El aniversario de bodas de diamante del “Gringo León y Gladis Bracamonte”, una pareja cuya historia de amor ha resistido el paso del tiempo con gracia y fortaleza.
Carlos León y Gladis Bracamonte Sosa, conocidos cariñosamente como «el gringo» y Gladis, conmemoran 60 años de unión matrimonial, una travesía que ha sido moldeada por la complicidad, la paciencia y el inquebrantable compromiso, que naciera desde su ya lejana juventud.
La historia del maestro Carlos León y Gladis Bracamonte, se comienza a tejer, en la tranquila urbe ticuleña de mediados de los años 50s, a la llegada del joven Carlos a los 11 años, cuando, tras el fallecimiento de su padre, su madre decidió regresar a la Perla del Sur. Siendo bautizado como «El gringo» por quien fuera otro personaje en la sociedad ticuleña, el Sr. Pedro Cardeña, cuando Carlos Léon arriba a la escuela primaria «Joaquín Barrera González» para continuar sus estudios, donde combinó sus aprendizajes escolares con labores en la incipiente industria zapatera de aquel entonces, en un esfuerzo destinado a contribuir económicamente al sostenimiento de su hogar.
Posteriormente con el anhelo de aportar a los gastos familiares, “El Gringo” se desempeñó como cortador de henequén en la hacienda Balantunil, marcando así el inicio de su dedicación al trabajo arduo y su constante esfuerzo por superarse. Igualmente en esa época inicia su camino en el Rey de los Deportes en la que fuera la primera generación de alumnos de la «Saturnino Gómez Sosa», donde se destacó como pitcher y bateador.
De la secundaria, Gringo avanzó a la Normal Rural de San Diego Tekax, graduándose como maestro y participando activamente en numerosos juegos de béisbol. Su habilidad en el diamante lo llevó a destacar en juegos a nivel nacional en Tepic, Nayarit y Yucatán, jugando además con la selección de Ticul, junto a figuras como «Chato» Vega, Gustavo «Gordach» Ortiz, Nacho Segura, «Calin» Magaña y su leal catcher «Tucho» Mena.
En cuanto a su idilio con su amada compañera de toda la vida, fue en el año 1954 cuando conoció a su futura esposa, Gladis Bracamonte Sosa, quien se al ser vecina, poco a poco se convirtió en su compañera inseparable. Ya que, desde el primer momento, la conexión entre ellos fue innegable, evolucionando de amigos a novios y finalmente a esposos.
Su relación se cimentó en la complicidad y el amor que aún se profesan, pudiendo disfrutar esa etapa principalmente durante los bailes de esa Bella Época, donde disfrutaron al ritmo de románticos boleros, pero sobre todo el de «Adoro», con el cual se identificaban plenamente.
Pero sobre todo los bailes de la Escuela Normal Rural de San Diego Tekax, ya que pícaramente comenta Doña Gladis, iba a todos los bailes, pues desde que le heche el ojo, me propuse que me mantuviera toda la vida, soltando una risita de picardía. Igualmente recuerdan con mucha nostalgia la añeja costumbre ticuleña de los paseos por el parque principal, en que las damitas caminaban alrededor del parque, con la curiosidad de que ellas lo hacían en el sentido de las manecillas del reloj y los jóvenes galanes lo hacían en sentido contrario, en el afán de cruzar pícaras miradas en cada vuelta; eso sí ante la atenta mirada de chaperonas y chaperones, quienes por su parte ejercían férrea vigilancia desde las bancas del parque.Igualmente destacan las añoradas épocas de la época de oro del cine mexicano, al cual eran asiduos espectadores, disfrutando de inolvidables noches de enamoramiento al acudir a los cinemas, “Cine López y el cine Ideal”, que eran los lugares de diversión de esos años de noviazgo y que fueran telón de fondo de esta larga historia de amor.
Finalmente comentan, nuestra dicha ahora se encuentra en la calma de sentarnos a platicar y escuchar temas que nos hacen reflexionar y recordar, como la canción «Cómo han pasado los años». Juntos, han construido una familia sólida, procreando cinco hijos: Gladis Maritza (+), Carlos, Felipe, Leticia del Rosario, Martha Patricia y Carla Verónica. La familia León Bracamonte, se ha expandido a lo largo de los años, abrazando a 12 nietos y 11 bisnietos. La longevidad de su unión es un testimonio palpable de su amor, dedicación y la profundidad de los lazos familiares.
Una historia compartida, que hoy, en el cálido refugio de su hogar, Gringo y Gladis celebraran junto a sus amigos y familiares, con una ceremonia religiosa por sus bodas de diamante este 23 de diciembre a las 7:30 de la noche y posteriormente con una cena en el restaurant hacienda María Elena.
En este día especial, un reconocimiento a Gringo y Gladis, quienes, con su compromiso duradero, son un faro de amor y perseverancia para todos los que tienen el privilegio de conocerlos. Que este aniversario de bodas de diamante sea solo un capítulo más en la epopeya de su historia de amor eterno. ¡Felicidades!